Éxodo de rosas

Un millón de imágenes que empiezan y no terminan para ti…

Hoy de nuevo te sueño entre las fragancias de flores blancas que desgastan tu ser.

Hoy la brisa te embellece el rostro de plenitud, aunque tu edad mancha indudablemente su espíritu; y la belleza de tu compañía cada vez es más lejana junto a mí. 

Aquí.

Hoy espero encontrarte de nuevo en este néctar de ensueño en el que vives para mí, en el que no necesitas mas disimular tu corta edad porque ambos somos allí sin ser ni parecer.

Hoy de nuevo temo encontrar tus labios y le temo a su veneno, a su dulce veneno que embriaga con placer y luego me devoran hasta quedar sin aliento: mujer de cabello negro, de piel delicada, mirada efusiva y ardiente deseo, mujer que me mata con amor y me deja agonizar entre su pecho contra su piel. 
De nuevo batallamos en esta guerra sin sentido en el que al final ninguno de los dos ganará pero terminaremos como al principio: desconociendo quienes somos o por qué estamos aquí, pero complacidos de obtener lo que buscábamos: tú tenerme a tus pies adorándote y deseando un poco mas de ti; y yo extasiado de placer, y con la certeza momentánea de que no te irás esta noche.

Ya no busques más sus brazos fríos y sin delicadeza, la noche nunca podrá ofrecerte lo que yo a ti;
ya no vagues más por esas sendas oscuras y de lágrimas negras que cada noche, desde esa vez encuentro en tu piel. 
Ya no te marches ni me dejes de nuevo deseándote, porque nadie me ha enseñado a amar como tú y jamás encontrarás en nadie esta forma de respetar tus locuras, o quien te ame a gritos en silencio porque igual no puedes escucharme.

Es que siempre estás aquí pero tan lejos… 
Regresa por favor ya no te quedes mas tirada en la calle buscando un poco de amor,  cómo si no bastara con migo y con quien soy para ti, porque sí, es verdad, soy solo para ti.

Ojalá entendieras esto… 
Ojalá yo pudiera expresar mejor esa inexplicable forma de amarte:

En silencio, sin besarte, sin hablarte, sin saber si aún me amas, o si algún día regresaras de ese éxodo de rosas violetas en el que caíste cuando, por mi culpa, tu mente no volvió.