De forma serena siento que el hilo rojo nos conecta...
Con temor de que sea mi ansioso anhelo la causa de esta sensación y que se vuelva eterna sin efectiva consecuencia de esperar
Y es que te recordé y mi mundo se llena de la alegría vivida, porque pesan más los recuerdos de las buenas competencias de parchís en los que hicimos gran equipo,
pesan más las confesiones hechas,
pesa más la alegría de tenerte cerca,
pesa más los gratos encuentros y los abrazos,
pesa más tu mirada encantadora,
pesa más la conexión de mi alma cuando estabas cerca,
que un simple mal momento para la intimidad.
¿Te acuerdas? Estaba sentada en el parque ya perdiendo la esperanza de que las coincidencias de la vida te acercaran a mí, ya sin mucha esperanza de verte llegar, ya con el deseo perdido de encontrarme con esa carita bonita de Facebook; pero cual turista en un lugar que no conoce, te me acercaste y parecías tan feliz de encontrarme, el brillo de tus ojos no lo vi en ningún otro par de ojos...
(No quiero mentirme, quiero evitar creer que no se acabó)
Se me ahogan los ojos en gotas saladas de recordar, como cambia todo en un instante... en un insignificante instante que ni siquiera logré descubrir, tal vez por eso mi anhelo es que el tiempo sanara lo que aun faltaba por sanar (eso que nunca supe que fue), que el puente entre nosotros tomara firmeza y esté cada día más cerca el momento de reencontrarnos para no volver a estar distantes nunca más.
Deseo escucharte reir de nuevo, deseo encontrarte, deseo con vigorosa fuerza abrazarte, besarte, compartir contigo una vez más. Y con lagrimas atadas en la garganta ruego a Dios que el hilo rojo exista, que siempre haya existido y que no se rompa jamás.
E. Adaluz Arias A