jueves, 2 de diciembre de 2010

NN2

Porque aunque la sangre manche tu rostro y mis manos estén secas por el polvo, 
el aire, el fuego y el agua están aquí fusionados en lo que queda de tu alma y la mía,  
desvaneciéndose suavemente en un elixir de música, ahogando las lágrimas que decidieron un día salir y fundirse en este rito absurdo de placer y egoísmo.

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