miércoles, 2 de marzo de 2011

Gritos desesperados


Estoy harta,
cansada de esto;
Odio que siempre sea lo mismo: Me odio, me desprecio…
Odio de mi esto, no lo soporto!
El alma se me desintegra en lágrimas
Y la única palabra cálida que me conforta está cada vez más lejos de mí
Quisiera perder el alma, perderlo todo, tal vez así sea más sencillo tal vez sin alma pueda dejar de sentir…

Odio lo que no puedo tener pero más aun odio lo que tengo ahora: este maldito sinsabor a tu ausencia y a mis ganas de ti… este deseo inexplicable de salir corriendo a tus brazos y decirte que no me quiero apartar de ti  nunca más… odio que los sueños sean solo eso… odio estar así.

No, no te amo, pero necesito de ti, de tu voz de tus abrazos, de tus frases de aliento, de tu apoyo y de tu hombro…

El dolor acaba conmigo: con mis esperanzas…
El llanto escurre mis sueños y nos son más que cristales salados que se evaporan en mi mejilla.
Acaricio tu imagen con la misma desoladora ternura de una madre que acaricia a su bebe muerto antes de darle el último adiós…

Y sigue siendo tan frustrante como la primera vez, el fracaso se repite y aunque entiendo que hace parte del proceso de aprender a caminar el caerse… duele, duele como solo cada quien sabe cuánto duele.

Y la odio también a ella, por ser la culpable de todo esto, por hacerme perder algo importante en mi vida, y aunque no es la única razón de lo que pasó, es más fácil culpar al otro: “Te hace sentir mejor”

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