La música se convierte en el elixir de felicidad parecido a tu boca…
El movimiento, al compás de su ritmo me envuelve en tus brazos y de nuevo disfruto de tu compañía, aunque en la distancia apenas si puedo escucharte.
Es que, es el recuerdo de esa noche junto a ti: había tantas personas y solo me importaba tu mirada, solo tu olor, solo aferrarme a tu camisa con el deseo de desgarrarla.
Esta música que me incita a ti.
Esa música en mi cabeza y mis oídos una y otra vez.
Esta música que me incita a ti.
Esa música en mi cabeza y mis oídos una y otra vez.
Esta noche el delirio de tu ausencia regresa como lánguidas, pérfidas, putrefactas, escalofriantes rígidas, frías, solitarias, obsoletas noches sin ti… Mi piel no huele a sudor y tu sudor no huele a mí.
Una ausencia que parece un grito mudo. Un delirio de muerte.
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