miércoles, 2 de febrero de 2011

Retasos


La música se convierte en el elixir de felicidad parecido a tu boca…


El movimiento, al compás de su ritmo me envuelve en tus brazos y de nuevo disfruto de tu compañía, aunque en la distancia apenas si puedo escucharte.


Es que, es el recuerdo de esa noche junto a ti: había tantas personas y solo me importaba tu mirada, solo tu olor, solo aferrarme a tu camisa con el deseo de desgarrarla.
Esta música que me incita a ti.
Esa música en mi cabeza y mis oídos una y otra vez.


Esta noche el delirio de tu ausencia regresa como lánguidas, pérfidas, putrefactas, escalofriantes rígidas, frías, solitarias, obsoletas noches sin ti… Mi piel no huele a sudor y tu sudor no huele a mí.


En el invierno tu calor no me sacia, ni en verano si quiera. Ya no te siento, ya tu piel fría se ha vuelto y más que la distancia: es tu ausencia casi increíble, estando aquí y en ningún lugar. Y nuestro sueños vagabundearon y jugaron con mi vida; ahora ni sueños ni juegos, ni tu mirada ni la mía, nada regresa atrás y revive lo olvidado.

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